Alcatraz

Hoy el día también ha sido matador, para variar. La mañana la dediqué a realizar algunas compras o al menos intentarlo y la tarde la pasé en Alcatraz.
No os aburriré. Más fotos que palabras para contar el día. Así que empecemos.

Skyline desde el ferry

Alcatraz y el Golden Gate

Y llegamos

Aún queda algún que otro vigilante

Las duchas

Las celdas

Las celdas de los que se portaban bien; un poco más espaciosas

Las celdas de castigo

El preso más chungo

La biblioteca

Los corredores

La cocina

El comedor

El patio

La rutina diaria

Las cabinas de visita

La zona administrativa

Los guardias. Casi acabé detenido por hacerles repetir la foto hasta 5 veces. ¿Tan difícil es hacer una foto?

Y los sueños de libertad

Como hoy era el día de la despedida he querido darme un homenaje. Paseando por el Fisherman´s Wharf me he encontrado con el Scoma´s.

Allí, como no podía ser de otra manera, he dado buenta cuenta de medio crab, que viene a ser un centollo. La captura de las hembras está prohibida para preservar la especie.

El otro medio me lo he zampado en forma de crab cake

El camarero ha resultado ser español; de usera nada menos. Al final hemos tenido un rato de conversación y hemos quedado en, si cuadra la cosa, tomarnos un café en un sitio que frecuenta él. Como curiosidad va por el tercer matrimonio. Dice que él siempre se casa pensando en que es para siempre, pero que luego … Que cachondo.

El regreso como siempre en el F hasta Market St. Aunque hoy he querido darme una vuelta por Haight St. y el Fillmore, que vaya por dios, estaba cerrado.

See you!

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The dock of the bay

La impaciencia por salir a recorrer de nuevo las calles de esta ciudad hace que me entren ganas de empezar esta entrada directamente con la despedida. Mmmm, ¿lo hago? 😉

Si la primera noche que pasé en San Francisco olía a hamburguesa, a comida oriental y a orín, San Francisco por el día huele a … «¡me quiero quedar!».
Un día aquí y ya me he enamorado de esta ciudad; y eso que odio las grandes ciudades.
Salí andando del hotel con idea de buscar un punto de información turística. Hay uno en Market St. pero estaba cerrado al ser domingo. Vaya.
Imaginé que debía haber algún tipo de abono transporte para unos cuantos días y así es. Por 21 $ puedo utilizar los cable car, los buses y el metro cuantas veces quiera en los próximos 3 días. Aún así no lo utilicé hasta que regresé al hotel. Estaba tremendamente cansado.

La caminata no estuvo mal desde O´Farrel…

… pasando por Market St. …

… el Ferry Building y embarcadero…

… Fisherman´s Wharf…

…y Ghirardelli Square.

 

Pero antes de todo esto, hice un alto en el camino para comer en el Hard Rock Café. Podía haber comido una típica hamburguesa, pero finalmente me decidí por un plato local, «New Orleans BBQ shrimp».

Y como no podía ser de otra manera, tras ello estuve un buen rato sit on the dock of the bay

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See you!

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The hostel

Ayer llegué al aeropuerto casi a las 14.00 hora local de San Francisco, haciendo escala en Phoenix.

Estando en Boise, descarté la posibilidad de alquilar coche. Me quedé con las ganas de hacerlo, ya que habría aprovechado para hacerme unas bajaditas en Sun Valley, pero finalmente decidí dejarlo para mejor ocasión, ya que eso me haría «perder» 2-3 días. Además la devolución del vehículo en otro estado tiene una penalización de 300$.

La facilidad de conexión a internet gratis en USA es increíble. Algo impensable en España, donde, por ejemplo, en el aeropuerto de Barajas tienes que pagar por conectarte. Aquí localizas una red, normalmente de AT&T, y te conectas. En los hoteles, restaurantes, bares, tiendas de ropa, etc. ocurre lo mismo.

El caso es que invertí casí un par de horas para encontrar algo más o menos decente y económico donde dormir. Sinceramente, cuando el viaje es de placer, prefiero hacerlo en este tipo de sitios que me parecen más interesantes que un hotel de mayor categoría. Bueno, quizá en esto también tenga que ver que la economía no está para muchos trotes, que diría mi madre.

Localicé un par de hostels en el downtown. El precio en estos sitios varía si escoges una habitación compartida, unos 25 $, o una private room, entre 80-100 $.
Del primero me fui, me parecía exagerado y suponía que podría encontrar un hotel por ese precio. De la habitación comartida mejor no hablo. Un par de llamadas y a la vuelta de la esquina encontré el Super8, aunque previamente había llamado a un taxi. El pobre, cuando le dije la dirección se quedó un poco asombrado: «No necesitas un taxi, estás a un par de manzanas de aquí», todo con mucha amabilidad y sin malas caras. Evidentemente no es el Hilton, pero me hace el apaño y he dormido como un angel. Ya iba siendo hora.

Tras una duchita salí a dar una vuelta, aunque estaba reventado. Ha sido una semana, como ya había comentado, intensa y cansada. La última noche dormí tres horas, ya que el vuelo era a las 7.00 h. y había que madrugar.
Mi idea era ir a algún club para escuchar un poquito de música en vivo en la Haight St. o en «The Fillmore». Sitios que me recomendó Hans, un americano que vive en San Francisco y que cononcí en el vuelo Madrid-Philadelphia, pero no llegué a ir. Entre el cansancio y el frío, preferí dar una vuelta por «el barrio».

Bajé hasta Market St. por un par de calles con «mucha vida». Entre homeless, yonkies y camellos la cosa se puso divertida.
Lo cierto es que ver a tanto negro (término que uso sin fin despectivo alguno) en la oscuridad de la noche entre los viejos edificios de «Sanfran» y la combinación de olores a hamburguesa y comida oriental, hace que te recorra por las espalda un hilillo que a mí, personalmente, me encanta. Es como un subidón de adrenalina. Saber que estoy aquí sólo, rodeado de gente ofreciéndome crack y no sé que cosas más, porque a algunos no hay quien los entienda, muestra lo que sigue siendo la realidad de las calles de las grandes ciudades de USA. Me recordaba determinados suburbios de Madrid hace 20 años, pero a lo bestia y en «monocromo».

Terminé cenando en el Little Saigon en un restaurante Indonesio.

Bun Chan Hanoi

Hoy veremos como se plantea la cosa. Día nublado y fresco. Intentare recorrer la ciudad, patearla, vivirla.
Mañana quizá sea la ocasión de visitar Alcatraz, veremos si es así o cambio los planes.

See you!

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Going to San Francisco

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As I promised… Digo, como lo prometido es deuda, aquí estoy. Día 10 a las 10.00 h. en el aeropuerto de Phoenix esperando a coger el vuelo que me dejará en San Francisco en unas horas, aunque ganaré una por la diferencia horaria.

Dejamos el estado de Idaho, Boise concretamente, sus patatas,  o mejor dicho sus «podeidos» como dicen ellos, sus camareras del Hooters, las camareras en general, todas simpatiquísimas; sus taxistas, sus recepcionistas y qué se yo que más dejamos allí. Sí, en plural, porque ya se ha quedado una pequeñita parte de mí corazón y de mi alma en aquella tierra.

Después de una intensa semana, con un comienzo de lo más estresante (a ver si encuentro un rato y cuento la «movida» de la aduana y los vuelos) es momento para disfrutar de verdad.

Aún no sé donde dormiré en «SanFran», así que si alguien sabe de algún sitio bueno, bonito y barato agradeceré la sugerencia.

Os dejo, no vaya a perder el vuelo.

Por cierto, el Grand Canyon a vista de pájaro…

See you!

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Made in USA

No, no. No me he comprado ni un coche made in USA, ni un apple made in USA,  ni una Fender made in USA, ni …

Ahora no tanto, pero hubo un tiempo, hace unos cuantos años, en que muchos miraban a USA como un referente, como un ejemplo a seguir. Todos querían ser americanos; o al menos parecerlo. Unos querían ser John Travolta, otros Lorenzo Lamas, otras la rubia de «los vigilantes de la playa». Unos John Wayne, otros Superman, otras Marilyn Monroe. Unos …

Sería finales de los 70 o principios de los 80 cuando un grupo madrileño, no muy conocido, reflejó irónicamente en una canción cachonda aquel deseo que durante años tuvieron muchos adolescentes.

Bueno, seamos serios. Mmmm, venga sí, seamos serios. No, no es que lo que acabo de escribir no sea cierto, muchos intentaban ser un reflejo americano, pero quizá la canción lo que muestra es más bien la «invasión» yankee que sufrimos durante años y que hizo que muchos se sintieran, en aquellos tiempos,  americanos… Sin moverse del barrio.

Aparte de que la canción me gusta, me sirve de introducción.

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Supongo que ya imaginaréis cual será mi próximo destino; y como me fastidiaría mucho no poder contarlo «en directo», aquí intentaremos estar de nuevo para poneros al día de mi nueva aventurilla que, como no podía ser de otra manera, no tengo planificada, exceptuando la primera semana por motivos que no vienen a cuento. Sólo os digo que lo mejor comenzará el próximo 10 de marzo, así que espero encontraros por aquí si vosotros queréis y si las redes wifi me lo permiten.

De aquí a tres semanas veremos si a mí me habría gustado o no ser un made in USA.

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El sueño de Yuca

Recuerdo aquel día como si fuera ayer …
¿Ayer? Mejor diré que es como si estuviera ocurriendo en este preciso momento, porque lo cierto es que hay días en que no recuerdo lo que hice el anterior.

-.- -.- -.-

Un sueño incumplido, el tuyo, hizo que se cruzaran nuestros caminos. Querías ser policía, ¿recuerdas? Pero alguien, por algún motivo, decidió que tus capacidades en aquel momento no eran lo suficientemente buenas. ¡Qué suerte tuve! ¡Qué suerte tuvimos! Y qué ignorante quien tomara aquella estúpida y, a la vez, genial decisión para nuestros destinos.

Todos sabemos, aunque dudo que tu seas consciente de ello, que nuestro tiempo es limitado. Más largo para unos, para otros más corto, sí; pero limitado.
Sin embargo, de vez en cuando algo decide que ya hemos disfrutado, o sufrido, lo suficiente y limita aún más ese tiempo. Hay quien lo llama destino, otros lo llaman
Dios y otros se consuelan diciendo simplemente «así es la vida».
Yo prefiero llamarlo mala suerte, sin más. O por qué no, puta vida.

No hay palabras para describir los momentos que me has regalado durante todos estos años, dando tanto sin pedir nada a cambio. ¡Qué generosidad la tuya!
En los últimos 8 años tu has sido mi compañera, mi amiga, mi guardiana, mi confidente. Oh sí, mi confidente. Tu has visto cosas que nadie más ha visto; y sabes cosas que nadie sabe. Eso quedará entre tu y yo por siempre.

¿Recuerdas cuando viste por primera vez el mar? Al principio pensabas que las olas te querían comer, pero pronto serías tu quien se las comiera.

Tantas y tantas cosas son las que te gustan …

La montaña

«Montar en bici»

Animar a viejas glorias…

Los caballos también te hacen gracia

Y hasta torear te gusta.

Aunque un poco dominguera también eres, eh.

¿Y la nieve? Tan fresca, tan pura. También te gusta, ¿verdad? Tanto o más que a mí.


Espero que este invierno puedas disfrutar de nuevo de ella. Espero que la puta vida te conceda esa penúltima alegría. Aunque, quizás, ya no podrás correr tras una bola.

Si no fuera porque sé lo que hay detrás de ese andar sincopado que tienes ahora, hasta podría llegar a parecerme gracioso pero, lamentablemente, no tiene gracia alguna. Y no hace sino recordarme el triste y prematuro final que nos espera. ¡Maldito osteosarcoma!

A mí, ahora, me toca jugar a ser dios. Me toca decidir por tí. Aunque, pensándolo bien, ¿no lo hago ya? ¿No lo he hecho constantemente? ¿Y quién soy yo para decidir por tí? Una vez más estas preguntas golpean una y otra vez mi córtex cerebral intentando arrancar la decisión correcta.
Como en una partida de póquer, o mejor de mus, he de intuir si mi contrincante se está marcando un farol o lleva una buena mano. Pero, ¿y tu? ¿Sabrás hacerme alguna seña? ¿Inclinarás tu cabeza a la derecha? ¿Encongerás un hombro? ¿Te morderás el labio inferior? Qué se yo. Me pregunto cómo sabré si ha llegado el momento.
Los seres humanos para eso somos especialistas; por poco que nos duela algo siempre hemos de intentar que el que esté al lado se entere. Yuca, aunque es un perropersona, como diría Felipe Lucena Marotta (*), en ningún momento mostrará si le duele o no, así que tendré que ser yo quien se convierta en una personaperro.
Desgraciadamente, en este caso, no hay farol que valga y he de asumir que seré yo quien decida cuando acaba la partida. Igual que aquel niño que decide que no se juega más al balón porque es suyo.

Parafraseando a nuestro amigo, el de la manzana mordida, quien sabe si en un futuro algunos de nuestros puntos volverán a conectarse de nuevo. Ojalá exista ese momento futuro; imposible, por otra parte, en este tiempo y en esta dimensión.

Ahora me viene a la cabeza Michele Pirro. Muchos no sabrán quien es, a otros les sonará de algo y otros pocos sabrán que fue el ganador de la carrera de Moto2 en el pasado G.P. de Valencia. Hasta aquí nada anormal, dirán algunos, pero si digo que nunca había ganado una carrera en un mundial; si digo que su posición habitual (excepto algún 3º, un 6º y un par de 7º) ha estado por detrás del décimo puesto y en algunos casos más allá del vigésimo; si digo que Pirro es compañero de equipo de Marco Simoncelli, lamentablemente fallecido durante el GP de Malasia; si digo que Gresini, jefe del equipo, estuvo a punto de decidir no participar en la carrera de Valencia; … Y si os digo lo que Pirro dijo tras la carrera: «Las condiciones de la carrera han sido difíciles pero he intentado mantenerme concentrado y después, desde arriba, Marco ha hecho el resto, ha estado junto a mí toda la carrera y de vez en cuando le pedía que no me dejara solo.» ¿Qué pensáis?
Igual que Marco hizo con Pirro, ¿lo hará Yuca conmigo?
Mmmm, no sé, quizá mi agnosticismo y escepticismo estén empezando a flaquear.

-.- -.- -.-

Espero que la otra hermana de la suerte, la buena, la misma que hizo cruzar nuestros caminos, me permita llevarte de la mano a ese otro sueño, el eterno.
Dicen que si cruzamos nuestras miradas en ese último instante, en ese último aliento, quedaremos, de alguna manera, conectados para siempre.

Pero mientras tanto… Sueña Yuca, sueña.

(*) Felipe Lucena Marotta es el autor de «Memorias de Bond». Lectura que os recomiendo encarecidamente.

N. del A.: Disculpad lectores y seguidores por este «off off-topic», pero las circunstancias y Yuca no merecen menos.

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¿Y por qué no, Mr. Jobs?

Debía yo andar, por aquel entonces, haciendo mis pinitos con mi Spectrum, eso sí, plus. Nada de teclas de caucho… 😉

Me costó una eternidad convencer a mis padres, y con la excusa de que sería para todos los hermanos, al final cayó en unos «reyes».
Recuerdo perfectamente el clásico juego de romper ladrillos, brick breaker creo que se llamaba, y que más tarde evolucionó al Arkanoid y similares. ¡Menudas madrugadas!

Hoy, a veces, me llevo las manos a la cabeza cuando veo a mis sobrin@s o a cualquier niñ@ dándole a la DS sin descanso; y sin embargo, yo a sus edades hacía lo mismo con mi querido Spectrum. Pero ojo, que también me dedicaba a jugar al gua, a las chapas o a «churro, media manga, manga entera». Pero bueno, esta es otra historia.

También recuerdo aquel libro que no tardaron en regalarme. «Basic básico. Curso de programación». Creo recordar que tenía las tapas verdes y aparecía un personajillo haciendo pasar por un aro a un ordenador.
Gracias a aquel libro, y a mi autodidactismo, comencé lo que sería la programación de un juego de «scrolling» vertical y que nunca llegué a terminar…
«Vas a acabar loco. ¡Y ciego!», me decían mis padres. A mis hermanos, mayores que yo, aunque también les iba el rollo de los jueguecitos, ya andaban a otras historias. Así que no tenía prácticamente competidores para poder usarlo a todas horas.
Quizá no les faltara razón a mis progenitores cuando me decían aquello. De hecho, casi toda mi vida he llevado primero gafas, después lentillas y al final he acabado operado de miopía. Respecto a la locura, parece que nadie advirtió en mí comportamiento alguno como para preocuparse…

Desgraciada o afortunadamente llegó la pubertad, el instituto, el sexo contrario, las motos… Y con ello, las ganas de andar con maquinitas se relajaron lo suficiente como para que hoy día dedique mi vida profesional a un campo también ligado a la tecnología, pero bastante diferente a la programación y a lo que me quise dedicar en un principio.
Eso sí, a veces aún me dan las mil echando alguna que otra partidilla a la psp, a la play o al rFactor. O «hurgando» en nuevas historias y aparatitos varios.

Pero no iba yo a hablar de mí, sino de él…

-.- -.- -.-

Si hace 4 ó 5 años alguien hubiera oído el nombre de Steve Jobs lo más probable es que se hubiera encogido de hombros. Hoy día casi todo el mundo sabe quien es; sobre todo después de su fallecimiento el pasado día 5 de octubre.
Todo el reconocimiento y conocimiento generalizado de las masas sobre Steve Jobs viene de la aparición del primer iPhone.

Pero no voy a repasar yo aquí su biografía, ni tampoco quiero «retwittear» los miles de comentarios que han inundado la red en estos días.
Lo que sí quiero es, primero porque estoy de acuerdo con el contenido y, segundo, porque también estoy de acuerdo con la inmensa mayoría en que es lo mejor que he oido y leído de Mr. Jobs, poneros el enlace del discurso a los recién graduados de la Universidad de Stanford en 2005.
Creo que si tuviera hijos, les haría escuchar el discurso cada cierto tiempo. Lo mismo haría, siendo yo hijo con mis padres. También deberían hacerlo los mánagers con sus empleados. Y, también, si éstos tuvieran la oportunidad deberían hacérselo escuchar a sus jefes.
Sin duda toda una lección, magistral desde mi punto de vista, y que merece la pena ser escuchada con la merecida atención.

Pero tampoco quería hablar yo sobre esto…

-.- -.- -.-

Mientras yo enredaba con mi Spectrum, Steve Jobs debía andar planificando la presentación del primer Macintosh.
Yo, por aquel entonces, imagino que ni habría oido hablar de Apple. Sin embargo, si sabía lo que era una BMW.
En los primeros 80 se pudo ver a Steve Jobs, supongo que ya multimillonario, sobre una BMW R60 recorriendo Silicon Valley.

Fotografía de Charles O´Rear

Años más tarde quien más y quien menos desearía tener uno de aquellos Mac. Y también, quizá, una BMW.
En mi caso algo totalmente imposible por lo desorbitado de los precios de unos y de otras, por un lado. Y por el otro, porque siempre se tuvo la idea, y así era, de que estaba destinado a un mercado más elitista la BMW y a un mercado más profesional el Mac; orientado, sobre todo, al diseño gráfico.
Sin embargo, hoy en día quien no tiene un iPhone, tiene un iPod y sino un MacBook o un iMac. Y el artífice de todo esto no ha sido Apple, sino el Sr. Jobs, que ha sabido coger un poquito de aquí y otro poquito de allá para hacer productos atractivos, fiables y fáciles de usar.

A mi no me cambió la vida.
No, no me la cambió. Sólo tengo un iPod Shuffle que alguien tuvo a bien regalarme en su día. Quizá haya sido por eso.
El otro día me decía un buen amigo: «cuando tengas un Mac, no volverás a querer jamás un PC».
En su día, otro buen amigo me decía: «cuando tengas una BMW no desearás otra moto».
Puede que ambos mundos se rijan por una excesiva pasión de sus usuarios y pensemos, por tanto, más con el corazón que con la cabeza.

No hace mucho colgué en aquellas redes sociales donde tengo presencia lo siguiente:
«Steve Jobs ha cambiado la vida de muchos, dicen. Yo creo que lo que cambiará sus vidas es precisamente su desaparición».
Y lo digo con pena. Porque ha sido, y es, un ejemplo a seguir para las grandes y pequeñas compañías, se dediquen o no a las tecnologías.
Y lo digo, sobre todo, con temor. Porque… ¿Qué rumbo tomará Apple ahora? ¿Sabrá seguir el buen camino, el buen hacer? ¿Sabrá heredar Tim Cook el alma de Steve Jobs?

Quizá sea este el mejor momento para el cambio. ¿Y por qué no, Mr. Jobs?

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Adeus Portugal

Despierto y ya tengo asumido que hoy daré por términado mi vueltecita por Portugal.

Mientras desayuno decido entrar a España por Barrancos. Imagino que con ese nombre tendré otro día de diversión en la moto.

Así que ponemos la directa a España …

… Y vamos dejando atrás Portugal.

Siempre, tras cada viaje y cuando está a punto de terminar, me vienen instantes de todo lo vivido días atrás. El viento, el frío que he pasado en algún momento, el pescadito de Bom Petisco, Mario, la rubia del bar, los pastéis de Belém, el agobio recién llegado a Lisboa, la que podía haber montado en el ferry por arrancar con la marcha metida o en
Lisboa con el bloqueo puesto, la bronca de la poli en Faro, la Arrabida, Santa Clara, el Cristo
Rey, la Sagres, el 25 de abril, …

Y aquí, en este punto y en este preciso momento, abandonamos definitivamente Portugal.

A los que me habéis leído, a los que me habéis seguido cada día, a los que me habéis sugerido algo por mail, en algún foro o por Whatsapp. A todos, gracias.

Adeus amig@s.

Adeus Portugal.

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La rubia del bar

Hoy, como ayer, tenía intención de darme el primer baño en la costa portuguesa. Ayer en Caparica, hoy habría sido en Nazaré.
Pero el viento y el casi frío que hacía me han quitado las ganas. De nuevo reculo y me voy a desayunar con mi toalla y mi bañador…

La idea de hoy era moto, moto y más moto. No importa. Es más, lo agradezco.
Me separaban alrededor de 250 Kms. de Estremoz. Alguien me recomendó visitarlo junto con Reguengos de Monsaraz y Portel. También Mértola, aunque creo que lo dejaré para mejor ocasión.
Así que nos dirigimos nuevamente hacia el este y, por tanto, al interior del país, o lo que es lo mismo, el Alentejo. Tierra de buen «porco» y buen vino. El que he probado es un vino joven del año pasado que es una maravilla. Me recordaba un poco a los últimos vinos de Madrid que he probado.

Tenía intención de visitar una de las decenas de bodegas que hay por la zona, pero no me han dejado sin tener cita previa. Vamos, como el médico, solo que aquí de urgencias no te atienden.

Las indicaciones en las carreteras de Portugal, a veces, brillan por su ausencia. Lo cierto es que, quizá, estemos mal acostumbrados con tanta indicación para llegar a un determinado lugar. En ocasiones esto también confunde. Así que he de parar cada poco para asegurarme de seguir el camino correcto.
El truco aquí es seguir recto siempre, a no ser que se indique lo contrario. Puede ocurrir que llegues a una glorieta sin la indicación del lugar donde te dirijes, cuando en la anterior sí lo estaba.
No me considero torpe en este sentido pero aquí, a veces, parecía que estaba confundido. Aunque luego estaba en el camino correcto.

El camino por carretera nacional hasta Santarém ha sido genial. Hoy quería evitar a toda costa cualquier vía de dos carriles o más. Una paradita a comer (hoy sí) en Coruche. El restaurante, también recomendable, se llama Ponte da Coroa. Situado tras cruzar el segundo puente camino de Estremoz por la N-114.

Cerquita de España.

Cruzar la Serra d’Ossa desde Estremoz hasta Redondo ha sido una pasada. Y el tramo de Reguengos hasta Portel igual. En general, los casi 400 Kms. de hoy han sido de puro disfrute con carreteras sin tráfico y buen asfalto en la mayoría de los casos.

Estremoz mola.

Y llegamos a Reguengos de Monsaraz. Y necesitaba un refrigerio…

Pero resulta que en Reguengos no hay nada. Lo bueno está en Monsaraz (sin Reguengos), así que 17 Kms. más para llegar.

Las vistas desde el castillo son impresionantes.
La albufeira do Alqueva.

Y en Portel, nos encontramos con el castillo cerrado.

Y en Portel dormiremos en la hospedería «O Castelo». Barata, limpia y amplia habitación.

Y en Portel cené un gaspacho alentejano (me encanta) y un pulpo que no sé si esta frito, cocido y frito o solo cocido, pero que está de muerte, con unos paisanos viendo la versión portuguesa de «Quién quiere ser millonario».
Les comento que el vino de la zona no se conoce en España. Un abuelete me dice que es cosa de política. Otro paisano me cuenta lo mismo hablando de toros. Que antes no entraban toros de España, ahora sí.
Les pregunto por la perspectiva que tienen de los españoles. Me dicen que ahora buena, pero que antiguamente no tanto… La mía es que, a determinada gente, no le gustamos.
Dondequiera que esté siempre intento dejar una buena imagen como español y como motorista. La razón es sencilla. Si yo me muestro educado y afable, ellos también lo harán y así, del que venga detrás, tendrán una buena imagen.
Por cierto, aunque habrá gente a la que no le interese el tema, ahora están echando una corrida de rejones y el toro tiene los cuernos completamente cortados y enfundados para no herir al caballo. Pero además es que ni en corridas a pie ni a caballo matan al animal. En Portugal está prohibido. Seré un ignorante, pero no tenía ni idea.
La verdad es que he pasado un rato superagradable entre estos paisanos de Portel.

Esta será la última noche que pase en Portugal, así que mañana será mi último día aquí y cruzaremos la frontera (que poco me gusta esta palabra) con
España, aunque aún no sé por donde.

A estas alturas reconozco ciertas miradas en determinadas mujeres.
El desayuno de hoy podía haber sido divertido. Pero he preferido la tranquilidad que proporciona un buen café y una tostada sin compañía.

No había sitio, pero la camarera me indicaba que podía sentarme, primero, con un señor que estaba ocupando una de las mesas de la terraza o, segundo, y si lo prefería, podía sentarme con la señorita de esta otra mesa en el interior del local.
Al mirarla clava su mirada en mis ojos mientras se zampa un bollo. Me brinda una sonrisa de oreja a oreja mientras un brillante en uno de sus dientes casi me ciega.
Hasta en dos ocasiones ha ocurrido lo mismo. Camarera que me invita a sentarme en la mesa de la rubia. La rubia con gesto de decirme venga, ven y siéntate…
Pero hoy, a mí, sólo me apetecía tomarme mi café y mi tostada y escribir algunas anotaciones sobre el viaje, como suelo hacer cada mañana.
La cara de la rubia cambió completamente ante mi negativa. Su cara de este yogurín (jajaja) es para mí la recordaré por largo tiempo.

Pero ella hoy tendrá que mojar sus ganas en el café.

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El escudo

Hoy he dormido como un tronquito… ¿Tendrá algo que ver las Super Bock que me tomé ayer noche con la cena? Y es que aunque me gusta menos que la Sagres, tampoco está tan mal. Además, a falta de pan …

El camping Orbitur de Caparica tiene acceso «directo» a un camino que lleva a la playa. Que no es lo mismo a que tenga acceso directo a la playa. Además tiene horario: de 9 a 11, de 12 a 13, … Y así. Yo no lo entiendo muy bien, pero alguna razón habrá.
El caso es que pensé en darme un baño, tal y como había pensado también la noche anterior, pero a mitad de camino del acceso a la playa me he dado la vuelta. Prefiero conocer más sitios a darme un baño. Ya me lo daré…

Así que después de desayunar y de recoger la tienda partimos hacia Estoril y Cascais, pero no sin antes hacer una parada obligada y que casi olvido.
El Cristo Rey es lo primero que ves cuando llegas a Lisboa. Asi que …

Una breve visita a Estoril, Cascais y Ericeia, para continuar depués hacia Peniche.

Para variar he llegado tarde y no he podido visitar la fortaleza. Cerraban a las 17,30 h. y aunque aún eran las 17,10 h. no me han dejado pasar.

Pues nada, un cafetito con un «amigos de Peniche», que curiosamente es una copia de los «pastéis de
Belém», y que también tenían. Nada que ver, por supuesto.

Óbidos.
Óbidos es una villa amurallada. Pero amurallada de verdad. La noche anterior me habían recomendado su visita y viniendo de quien venía no podía dejarlo pasar. Y es que si hay alguien que sabe, ese es mi padre. Impresionante Óbidos. Sólo sobraban los guiris y los «tourists», pero…
Al fin y al cabo yo no dejo de ser un «tourist» o un guiri allá donde quiera que vaya. Por mucho que me empeñe.
De hecho, hoy me han llegado a decir que como llevo una Harley puedo pagar x euros por una habitación. Pues que les den…

Una pequeña muestra de lo que es Óbidos

Como la muralla china, pero en diminuto vaya.

Menudo «tinglao» tenían montado. Hasta un «verdadero» mercado medieval, previo pago de 7 pavos y una espera de al menos media hora en la cola de guirilandia. Hasta los propios «tourists» se visten se medievo. Me parto.
Aun así, un sitio que uno no debería perderse.

De allí directos a Nazaré, donde hoy dormiré. Por poco más de 20 € duermo en cama y la moto en garage. Ni me molesto en ir a un camping. No me merecía la pena, por tanto, montar la tienda. Además tienen restaurante, donde no he cenado mal, la verdad.
Sólo un pequeño lío entre lo que es un camarón, una gamba y un langostino…

Para mí que estos son langostinos. No como los que puedas comerte en Bajo de Guía en Sanlucar, pero no estaban mal.

Hoy pensé que tendría un día especialmente fuera de lo común. Desperté encontrando un escudo portugués bajo mi tienda. ¿No dicen que da suerte encontrarse una moneda?

Aunque ¿quién sabe si hoy no me he librado de una buena?

Gracias escudo.

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